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História Dulces sueños ( Jimin x BTS) - Tu


Escrita por: IngridAlighieri

Capítulo 21 - Tu


























Maratón (1/2) 














— es un maldito animal de mierda— bufó, mientras con su mano movía su propia mandíbula — casi me a sacado la quijada con un puñetazo — miró al que estaba a su lado — y tu, no hiciste nada por ayudar. Te dije que debías ser más rápido —


— me ha pillado desprevenido — habló el otro guardando el bastón retráctil— pero tranquilo, que no te rompió nada. Además ya tuvo su lección —


— ¿ y si le rompiste algo?, sabes que nos vamos a meter en problemas si está lastimado —


— solo fueron un par de golpes— sonrió palmeando el hombro del contrario, en tanto le señalaba que comenzaran a caminar— ¿ porque crees que no le golpee la cara?, además ¿ quien va a creerle?, es su palabra contra la de nosotros —


— tienes razón, pero...ah! — volvió a quejarse


— ya, no seas llorón. Ven vamos por un café— sonrió en tanto se alejaban del lugar entre sonrisas absurdas y palabras estúpidas. 


Jimin, que había escuchado la conversación de los dos nuevos enfermeros permaneció por varios segundos escondido detrás de los arbustos del pabellón de alta peligrosidad. 

Habían pasado más de cuatro días de la visita a aquel lugar, en los cuales el doctor Min, como el director le habían prohibido acercarse. 

Inclusive, el director había contratado a dos nuevos enfermeros que se encargaban de la custodia de aquel lugar. 

Pero a pesar de éso, Jimin había ido todas las noches con la esperanza de poder entrar a aquel pabellón en algún descuido de aquellas personas, pero todo había sido en vano, pues ellos ni siquiera dejaban aquel lugar, hasta la noche de hoy. 


Levantando la vista un poco miró hacia la entrada del pabellón, viendo como aquellos sujetos no volvian. Así qué, levantándose con cuidado de aquel lugar se dispuso a escabullirse en la oscuridad. 

Sonrió al notar como éstos habían dejado el juego de llaves colgado a las afueras del pabellón, tomandolas con rapidez se adentró al edificio de un solo piso. 

El lugar estaba tan silencioso como la primera vez que había ido por curiosidad. Podía escuchar el eco de sus pasos mientras avanzaba alumbrado por la tenue luz proveniente del exterior. 

Su corazón a mil por segundo, pero con determinación férrea llegó hasta la puerta de la habitación; metiendo la llave en la cerradura la giró rápidamente abriendola con la misma velocidad y así poder entrar a aquel lugar. 

Cerrando la puerta tras el, pudo ver al hombre sentado al borde de la cama, limpiando con el puño de su sudadera la sangre que brotaba escasa de su nariz. Jimin sonrió al ver que la prenda que llevaba el mayor era la suya, la que el le había entregado hace muchos días atrás. 


— ¿S-Señor Schneider? — habló Jimin sintiendo los latidos dolorosos de su corazón con los sentimientos encontrados de la felicidad y el dolor de ver al mayor así


— ¿ Mein Herz? — levantó la mirada el mayor sorprendido del ver al más bajito recostado en la puerta, mientras tenía juntas sus manos. Siendo así una imagen celestial. 


Sin esperar un segundo el moreno se apresuró a ponerse de pie acercándose a paso rápido hasta Jimin, se posicionó frente a el. Llevando sus manos algo temblorosas hasta el menor, acarició las mejillas de éste con delicadeza


— eres real — sonrió al sentir el contacto de la tibia piel en sus dígitos— tú, eres real Mein Herz. Pensé que mi mente nuevamente me jugaba una mala pasada, pero estas aquí —


— lo lamento — dijo Jimin llevando su manito hasta el rostro del otro acariciando el hematoma que éste tenía en el pómulo


— no es nada — sonrió el mayor llevando sus manos hasta la cintura del menor lo tomó con fuerza alzandolo del suelo, acorralandolo contra la pared.

En tanto Jimin enredaba las piernas en la cintura del contrario, apoyando sus manos en los amplios hombros del contrario.  


— pensé que no volvería a verte, Mein Herz— volvió a decir Namjoon — pensé que estos hijos de puta me alejarían de tí, nadie quería decirme nada de tí. Estaba volviendome loco, maldita sea, estaba volviendome loco de no saber nada, de no tenerte cerca — miró al más bajito, como esos brillantes ojos se veían hermosos ante la tenue iluminación— extrañaba tenerte aquí, entre mis brazos. Dime, Mein Herz ¿ que me hiciste? dime ¿ porque estas aquí? — apuntó a su cabeza— porque no puedo sacarte de allí, dime porque no te puedo, y no quiero sacarte de aquí— apuntó ésta vez su pecho — mírame, Mein Herz. Soy un maldito viejo, deseando el amor de un muchachito, de otro hombre. Jamás pensé que ésta edad, sería un viejo idiota comportándome como un mocoso enamorado por tí. Mírame — acercó su rostro al contrario, sintiendo el aroma dulce del más bajito. Apoyando la palma de su mano contra la puerta, apretó más su cuerpo contra el contrario — me estoy volviendo loco por no tenerte cerca, e igual de desquiciado por el contacto de tu piel junto a la mía — dejó un pequeño beso en la mejilla del silencioso menor, llevando su nariz hasta el cuello de éste pasando por aquel lugar, en tanto se llevaba el aroma de éste en sus sentidos — ah, Mein Herz, wie sehr ich dich wieder in meinen Armen haben wollte. Wie sehr habe ich dein Aroma auf meiner Haut gebraucht und die Süße deines Körpers, die an meiner reibt.Sag mir, was hast du mit mir gemacht? Dich so zu begehren, dass ich fühle, wie meine Seele brennt. Sag mir, mein schöner Engel, bist du vielleicht die Verurteilung meiner Seele? Denn wenn du es bist, lass mich dich verschlingen, dich begehren, dich lieben, dich zerstören und süchtig werden. lass mich eintauchedu, auf die verzweifeltste und hungrigste Weise, die du in mir aufwachst (  mi corazón, cuanto he deseado tenerte nuevamente entre mis brazos. cuanto he necesitado de tu aroma en mi piel, y la dulzura de tu cuerpo restregandose contra el mío. Dime ¿ que me has hecho?, para desearte de tal modo que siento mi alma ardiendo. dime, mi bello Ángel, ¿ eres acaso la condena de mi alma?, porque si lo eres, déjame devorarte, desearte, quererte, destrozarte y volverme un adicto. déjame hundirme en tí, de la forma más desesperada y hambrienta que despiertas en mí)— jadea — dime que has pensado en mi cada segundo, porque yo he pensado en tí en cada instante. He deseado tenerte aquí, he anhelado el contacto de la dulzura de tu sudor juntarse con el mío, he deseado la cremosidad de tus piernas pedir por mi, incluso— acerca su boca a  la oreja a Jimin— he deseado tu sexo ser acariciado por mis manos—  para pasar posterior su lengua por el cuello del más bajito. 


Que ante aquel húmedo contacto dejó salir un pequeño gemido de sus labios, en tanto sus manos se aferraban con fuerza a los hombros del otro. Disfrutando de la piel de su cuello siendo saboreada por el otro, disfrutando de la humedad que recorría su piel con deseo y cariño, sintiendo la respiración caliente del contrario meterse bajo sus prendas. 

Miró como aquel rojo escarlata llenaba el lugar, como aquel dominante color reptaba por las paredes hambriento por el, por ambos. 


— lo quiero — dijo Jimin al sentir una de las manos del mayor escabullirse por debajo de su sudadera, sintiendo los dedos de éste juguetear con la dureza de su pezón— lo quiero, Señor Schneider—


— también te quiero — sonrió remarcando las palabras con el particular acento —  Mein kleiner Engel (  mi pequeño Ángel) — acercó sus labios a los de Jimin tomando la boca de éste con la posesión única de un corazón en el hilo de la cordura y el amor. 

Devorando aquellos gruesos y deliciosos labios con los cuales habían soñado en esas noches frías que no había sabido del menor. Deleitandose con la dulzura de aquel menor que lo besaba también demandante, sintiendo la pequeña lengua luchar junto a la suya, en tanto los gemidos pecadores se ahogaban en sus bocas. 


Porque en el principio de esa fría noche, en aquel lugar fuera de la racionalidad ambos volverían a encender aquel lugar en un infierno, donde un Demonio deseoso de la vid, romperia las alas de un bello Ángel, que gustoso dejaría corromper su pureza una y otras vez. En las llamas de lo que los simples mortales, llamamos. Amor. 
































— oh, ¿ y está sorpresa? ¿ como supo mi dirección? — dijo el hombre viendo como el contrario entraba raudamente al recibidor de su hogar, mientras traía un par de carpeta entre sus manos — en éste momento estoy en una cena familiar así q...—


— no es él , colega. Dígame que no es él — dijo caminando por el pequeño lugar, en tanto movía nervioso las manos — necesitaba hablar con usted, Kim —


— colega— trató de sonar cordial el director, mientras miraba al doctor Min frente a el— en éste momento estoy en una cena familiar, mañana a primera hora puede ir a mi oficina. Y podemos hablar del paciente Kim, ¿ esta bien Yoongi? —


— ¿ mi amor? — escucharon depronto viendo a una mujer de estatura baja a un par de metros de ellos— ¿ pasa algo? —


— no amor, voy enseguida— sonrió a su esposa, viendo como ésta asentia y se retiraba del lugar. Volvió su mirada a Yoongi— no quiero ser descortés...—


— escucheme, siento que me estoy volviendo loco. O si ya lo estoy, necesito alguien coherente que me diga que ésto— movió las carpetas— es una jugarreta de mi cerebro, necesito su ayuda —


— ¿ la nueva personalidad del paciente Kim?, ya le dije lo que pienso d...—


— Park— lo interrumpió Yoongi depositandole la carpetas en las manos contrarias— el paciente Park Jimin, necesito que me diga que no es él, necesito que me lo diga —


— ¿ Jimin?, no entiendo —


— dígame que no es él, dígame que no es el pequeño que me robó el aliento — sintió Yoongi el sudor frío en sus manos— dígame que no soy un enfermo, por favor —


Sinceramente el director Kim no entendía lo que le sucedía a su colega, pero si éste estaba allí con su rostro lastimero, mirándolo con súplica. Debía ser algo de bastante gravedad, o al menos condena para el contrario. 

Pues el antes imperturbable rostro de Min Yoongi, reflejaba en ése momento el dolor de un mundo desconocido e inmisericorde. 





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