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História S.H.I.E.L.D Academia de Ciencia, Defensa y Tecnología - Somos dotados.


Escrita por: Nath_Stark

Capítulo 1 - Somos dotados.


La mansión

Llovía.

Siempre lo hacía en esos días de Septiembre, claro que no siempre, pero a él no le gustaba que lloviera, se sentía más atrapado de lo que ya estaba, aunque por otro lado, la lluvia era confortable, significaba tranquilidad y vida... Nueva vida... Eso era lo que no le gustaba, tener que esperar tanto, a causa de la lluvia, para disfrutar de su nueva vida. Esta aburrido, no sabe qué hacer para que el tiempo pase más rápido, solo estar tumbado en su cama situada en medio de la enorme habitación y ver la televisión, pero seguía aburrido, el aburrimiento más grande que había sentido en toda su vida, necesitaba que la lluvia terminara.

No es normal para Anthony Stark aburrirse y soportar tanto tiempo con esa emoción, siempre se la pasaba de un lado a otra por toda su casa, mejor dicho mansión, pensando en cómo escapar de ese endemoniado lugar como solía decir cada vez que recordaba su morada; su madre le había dicho miles de veces que estuviera más tranquilo y que cuando creciera podría salir, pero no, nunca creció lo demasiado para salir; en cambio su padre siempre lo ignorara, así le dijese de pequeño el mejor hijo del mundo nunca creyó realmente que el mayor en realidad pensara eso.

Observaba el reloj colgado en su pared, las manecillas se movían a un ritmo sincronizado, o irritantemente despacio pero la verdad es que todas las manecillas concordaban en ese mismo momento, Anthony solo podía contar los segundos que pasaban para por fin escapar de la prisión que lo contenía, solo unos minutos más y cambiaria de vida, tendría una nueva vida, saldría de ese lugar estresante y sentiría los primeros rayos de libertad.

Maldita cosa, ¡Ya marca las nueve de una vez! No sé porque tengo que esperar tanto, ¿Estará descompuesto el reloj? No, solamente lo está haciendo a propósito...

Lo que en realidad pasaba es que el joven Stark empezaba a alucinar con el tiempo, como casi siempre lo hacía, no se caracterizaba por su paciencia, nunca fue su más grande virtud, y estaba más que consiente que debía de mejorar ese aspecto, pero por el momento era mejor que no le mencionaran esa cualidad, ya que explotaría en cualquier momento.

Ocho cincuenta de la mañana.

En solo diez minutos el saldría corriendo de ese cuarto que lo detiene, con maleta en mano y suerte en la otra, en solo diez minutos sentiría lo que es no tener cadenas atándolo.

Pero diez minutos era mucho, así que se tumbó en la cama y puso la almohada arriba de su cabeza, cerró los ojos para ver si se lograba dormir ya que así el tiempo pasaría más rápido, pero no lo consiguió, las ansias eran muchas que cualquiera rastro de sueño se había esfumado. Al poco rato escucho pasos cerca de su habitación, conociendo el resonar de tacones sabía que su madre se aproximaba, a los segundos efectivamente esta se encontraba rotando el picaporte de la puerta y Anthony se encontraba más que listo, de un salto bajo de su cama y agarro su maleta lista para irse.

Su madre, que se encontraba al umbral de la puerta lo miraba con cierta nostalgia, no veía al Anthony Stark de once años listo para salir de ahí, veía a un bebe lleno de energía y con una marcada sonrisa en el rostro; era una de las cosas que le encantaban de su hijo, así siguiera creciendo, siempre se hacía notar por su carácter infantil, divertido y amable.

-¿Listo para irte?

-¿Y lo preguntas? ¡Por supuesto!

-Anda vamos...- La señora Stark lo decía con un nudo en la garganta, no podía dejar a su hijo, pero sabía que era lo mejor para él y para el mundo entero.

Caminaron hasta la gran puerta de entrada, Anthony estaba regocijado, desde que el director Fury personalmente lo había visitado, a su familia y a él, para informarle que estaba buscando jóvenes talentos para una escuela de jóvenes dotados estaba impaciente porque llegara ese día primero de Septiembre, día en que recibí mi libertad. Seguía lloviendo, pero eso ya no impediría llegara a su destino, solo era agua.

Se escucharon pasos venir del recibidor, al voltear la mirada vio a la persona que siempre lo ignoraba, su padre se le había acercado.

-Suerte Anthony.

-Gracias,

¿Qué no tienes trabajo que hacer, así como siempre me dices? Seguramente estas lleno de alegría al tener que ya no verme jamás, ahora ya lo sé, el día más feliz en la vida de mi padre es cuando me voy a un internado.

Lentamente camino hacia la limusina que lo esperaba, el chofer agarro su maleta y la coloco hábilmente en el maletero, después saco un paraguas y lo abrió encima de la cabeza del joven, fue caminando lentamente hacia el auto, pero después reparo y dio media vuelta.

-¿No van a venir?

-No hijo, tenemos una cena de trabajo.

Excusas y más excusas, la vida de sus padres estaba llena de excusas, pero ya no importaba, porque ahora solo era él y nadie más; el chofer abrió la puerta negra y Anthony se sentó en el cómodo asiento de cuero; desde ese momento empezó a sentir felicidad, desde ese instante se sintió el chico más afortunado en la vida, desde ese segundo sintió la verdadera felicidad.

Desde ese instante Anthony Stark fue libre.

Sacos de boxeo

El ambiente en el gimnasio de box siempre es el mismo, huele mal, se escuchan golpes sordos cuando los guantes impactan en su objetivo y hay chicos que siempre terminan con la boca ensangrentada, pero a él no le importa, vive solo en su mundo, la verdad no es que entienda mucho el mundo exterior, pero siendo sinceros nunca lo entendió.

Todos conocían a Steve Rogers como el chico que siempre está en un único lugar, el chico que vive en el gimnasio, el chico que no usa guantes, el niño que todo el día golpea un saco de boxeo. Si, Steve no cambiaba mucho de rutina, golpeaba un saco desde la mañana hasta la noche, no le gustaba mucho lo rutinario, pero fue a lo que se acostumbró después de tantos sucesos inesperados. Sencillamente lo único familiar que tenía era el saco de boxear.

Siempre meditaba de lo que había pasado con su vida, de ser un niño renegado a ser el joven más querido, con tan poca edad, tan poca experiencia en el mundo, y de un día a otro, más bien dicho, de unos años a otros ser un legenda encarnada... era mucho para alguien de solo doce años, no podía con la carga de este mundo, todo era nuevo no entendía sobre el internet, las televisiones plasmas, o -Esas cajitas pequeñas llamadas iPhones no era su mundo, igual que el anterior, nunca se sintió en su mundo, era el único en su naturaleza. Nadie sabia en realizad que le había pasado. 

-¡Hey Rogers ya vamos a cerrar!

Lo había perdido todo, su familia, su hogar, sus amigos, sus compañeros... todo, todos los días se sentía triste, nostálgico, y molesto; molesto por no poder hacer nada como antes, todo este mundo corrompido que había estado viendo al pasar los meses, molesto por dejar a la gente que amaba y que ellos pensaran que estaba muerto, estaba molesto consigo mismo, no sabía porque muy bien, pero estaba molesto.

Solamente se había dado cuenta de que había roto el saco cuando sintió la arena en sus pies y el oído sordo de este al caerse. Otra vez tendría que trabajar doble turno en la cafetería para pagarlo. Agarro el saco y lo dejo en una esquina, después de eso empezó a sacarse las vendas de las manos para guardarlas en su vieja y confiable mochila.

Cuando ya se había colgado al hombro su maleta las luces comenzaron a fallar, dando chispazos para que al final se apagaran, haciendo que la habitación quedara completamente a oscuras.

Sera mejor que le avise a Frank, seguro se volvió a dormir cerca de la caja de fusibles.

Sintió pasos acercándose, pero no de la oficina donde estaba Frank, un hombre de aspecto serio encargado del gimnasio, sino que de la puerta principal.

-Lo siento, pero ya está por cerrar.

-¿Tan tarde te vas del gimnasio Rogers? Te hará daño, no es normal para un niño... 

-Deje de en realidad ser un niño hace años... ¿Cómo esta director Fury?- Contestó el chico dejando su mochila a un lado y recargándose en una columna que se encontraba cerca.

-¿Recuerdas la oferta que te hice?

-Intentar regresarme al mundo... Señor, con todo respeto, no creo que sea posible.

-No, lo de unirte a la escuela de SHIELD.

Rogers ya había considerado la propuesta, irse con SHIELD a estudiar sería una gran oportunidad, además de poder concluir sus estudios académicos y tener un entrenamiento básico para hacer el bien, salvar el mundo... Cambiar su mundo.

-No estoy seguro...

-Según tengo entendido trabajas en una cafetería, la mayoría del tiempo doble turno, tienes que comer solo una vez al día y si no pagas la renta de tu casa junto con tu compañero en esta semana te van a desalojar, ¿Estoy en lo correcto?

-Así es.

-Allá no tendrás que preocuparte por eso... Ningún problema por tu edad.

Se esforzó mucho para buscar un empleo, pero no lo aceptaban por ser menor de edad, así que tuvo que mentir y su compañero, nieto del doctor para el que había servido, se metía en problemas por su culpa. Reiteradas veces se encontraba en la necesidad de ocultar la verdad, lo cual no le gustaba.

-¿A qué horas pasa por mí?

-Mañana, nueve de la mañana.

Fuerza y magia

Las tardes en Asgard eran de verdad hermosas, el cielo se teñía de un naranja mágico. Magia. La única cosa que podría sorprender a los asgardianos fácilmente, e inclusive asustarlos. Pero a él no, ya que le parecía fantástica la magia, incluso más que la guerra; por esa razón siempre quería luchar o simplemente pasar el rato con su hermano menor, la magia de él era hipnotizante.

Thor nunca se había detenido a ver un atardecer, los colores que emanaba el sol se quedaban muy gravados en su mente y se reflejaban en sus ojos azules. Sin duda, si no fuese por Loki que siempre lee en los atardeceres y ahora le dijo si gustaba acompañarlo, nunca se hubiera dado cuenta de las cosas majestuosas de ese mundo. Como los atardeceres.

-¿Qué lees?- Preguntó intrigado el heredero al trono de Asgard después de apartar la vista del espectáculo.

-Como hacer ilusiones- Contestó el príncipe menor sin apartar sus ojos esmeraldas del libro.

-¿Ilusiones? ¿Eso se come?- Loki rio por lo bajo al escuchar que Thor preguntara si las ilusiones se comían.

-No Thor, las ilusiones... Son visiones, cosas que vez, pero en realidad no están ahí... Por ejemplo la oscuridad, tu vez la oscuridad pero en realidad no está ahí, en realidad no existe... Así es una ilusión- Respondió el menor apartando por primera vez en minutos la vista de su libro.

-¿Y puedes hacer una ilusión?

-Tal vez sí, no muy complejas... Pero.... Mira quien está a tu derecha- Dijo esbozando una juguetona sonrisa. Cuando el rubio miró a su izquierda casi se desmaya, ahora había dos Lokis, uno a su izquierda y otro nuevo a su derecha. Lentamente alzo la mano e intento tocarlo, pero esta traspaso al Loki falso y luego este se desvaneció. Su activación se vio interrumpida por un sentido de dolor de parte de su compañero de al lado.

-¿Qué sucede? ¿Estás bien?

-No te preocupes Thor, estoy bien... Madre dijo que dolería al principio pero luego ya no.

-Dijiste que no podías hacer ilusiones complejas.

-Sí, solo logro hacer ilusiones con migo mismo, con mi cuerpo... No puedo todavía con otras personas u objetos.

-¿Puedes hacer más magia?- Preguntó Thor emocionado, quería observar más de la magia de su hermano.

-Pues... Puedo curar heridas pequeñas, hacer pequeños proyectiles de energía... Entre otras cosas, es más- Comentó el más pequeño de los Odinson levantándose de su lugar y sacudiéndose la tierra y pequeñas hojas que se le habían quedado en la ropa - ¡Ven, levántate y atrápame!

El príncipe de Asgard mayor se levantó aceptando el reto, rápidamente se dispuso a atrapar a su hermano, corrió unos segundos hasta estar a una distancia próxima, entonces estiro sus brazos y los junto para agarrar a Loki. Pero no sintió nada, solamente el mismo se estaba abrazando, entonces escucho una risilla atrás de él y con un movimiento brusco se aventó hacia el menor. Cayó en el suelo con un sonido estruendoso, sintiendo como sus dientes resonaban en su boca, se había golpeado en la barbilla, la tenía raspada con un poco de sangre, le había empezado a doler. Loki reapareció en otro lugar y cuando se percató que Thor estaba tirado en el suelo se acercó rápido para auxiliarlo.

-Ven, siéntate- Sonó la voz aguda del niño -Te voy a curar, te va a arder un poco pero el dolor se quitara- Y con un movimiento de manos y concentración del chico, una esencia verde salía de estas, las coloco en la barbilla de su hermano y cerró los ojos para concentrarse. Thor sintió un leve ardor, igual como le dijo Loki, pero al instante el dolor había desaparecido, en tanto Loki estaba exhausto.

-Te ves cansado.

-Para curar a otras personas utilizas tu propia energía- Dijo el menor entre cortante.

-Gracias hermano.

-No es nada...

Escucharon pasos a tras de ellos, voltearon simultáneamente y ahí se encontraba su madre, con una sonrisa en el rostro y una carta en la mano. Friga estaba nostálgica, pero feliz. Se acercó a sus hijos, al instante Thor se le acerco con emoción.

-¡Madre, me lastime y Loki logro curarme! ¡Él es un genio!- Gritó Thor con el característico entusiasmo de un niño.

-¿En verdad? ¡Estas progresando muy rápido! Estoy muy orgullosa mi pequeño.

-Madre... No soy pequeño, ya estoy grande- Siempre me llama pequeño, ¿No sabe que ya crecí y no soy un bebe?

-Eres menor que yo hermano, y tengo 492 años.

-Solamente por 41 años... No soy un bebe-. Contestó Loki algo molesto.

-Niños, soy su madre, y para mí, tengan 451, 492 o dos mil años, ustedes siempre serán mis bebes- Dijo acercándose a sus hijos y dándoles besos en la mejilla a cada uno -Y ahora, tengo algo que decirles, me llego un mensaje... De Midgard.

-¿Midgard? ¿Qué quiere la gente de Midgard madre?- Pregunto curiosó Loki.

-Bueno, no quieren algo... Quieren a alguien, a ustedes dos... Para estudiar allá a algo llamado escuela.

-¡Yo siempre quise conocer Midgard madre! ¡¿Cuándo vamos?! ¿Nos quedaremos por mucho tiempo?- Preguntaba Thor entusiasmado.

-No nos quedaremos, se quedaran... Su padre quiere que vayan para que aprendan la humildad y gentileza de los midgardianos... los esperan hoy a las nueve de la mañana, hora midgardiana.

-Pero madre, ¿Cuánto tiempo nos quedaremos?

-Van a estudiar según parece siete años midgardianos... Y cuando vayan envejecerán de la misma manera que los midgardianos.

-Pero, pero... No los veremos en mucho tiempo- Compartió Loki su preocupación a su madre, él era muy apegado a ella, y no le gustaría pasar siete años midgardianos sin verla a ella.

-Existen las vacaciones, es cuando te dan un tiempo para que regresen a casa, es ahí cuando nos volveremos a ver.

-¡Yo ya quiero ir a Midgard madre! ¿Cuantos años midgardianos crees que tendré?- Dio su opinión Thor al respecto y Loki bufo.

-Cada año que pasa aquí son cuarenta y un años midgardianos, tu tendrás doce años Thor, y Loki once...

-¿Tan pocos?

-Si Thor, recuerda que los midgardianos viven como 120 años, y nosotros cinco mil...Hermano, madre nos lo enseño hace mucho tiempo.

-Je, las cosas se pueden olvidar, ¿No?

-Tienes razón Thor, las cosas se pueden olvidar, pero para que no lo hagan debes aprenderlas bien, como Loki. Ahora vayan a alistar todas sus cosas.

-Madre... en realidad te voy a extrañar mucho.

-Yo igual Loki, pero recuerda que siempre estoy contigo, no importa que tan lejos este... estoy en tu corazón.

-Te amo madre.

-Yo también hijo.

La bestia

Los palpitantes latidos del corazón hacían eco en la habitación, emanaba sudor frio por cada poro de su piel, veía como sus venas brillaban de color esmeralda y el dolor para evitar el caos era inmenso. Necesitaba relajarse. Debía relajarse.

Vamos, tu puedes, no pienses en nada... No pienses en nada... Relájate... Deja que tu corazón se relaje... No pasa nada... Tu puedes...

No sabía si le dolía lo sucedido o en realidad le dolía evitar transformarse. Era obvio que le dolía lo sucedido. Desde que tenía memoria siempre fue así, no recordaba día en que tenía que encerrarse en su habitación y respirar profundamente. Relajarse. Bruce Banner no sabía que era relajarse. Ahí estaba él, tendido en el suelo, pensando en nada. Intentando no cambiar. Intentando no ser un monstruo.

Nunca conoció a alguien que fuera así, como él. Es por eso que no puede salir, no puede convivir con más gente, porque es un enorme y horrible monstruo. Nunca sabe lo que hace en ese estado. Solo su vista se nubla y su razón se escapa, entonces ya no puede hacer algo para remediarlo.

Es por eso que cuando el director Fury lo visito para invitarlo a una escuela de superdotados no se emocionó, ni brinco de alegría. Simplemente le dijo que no. Alguien como él, una bestia, no podía estar con gente normal, además, él no era un superdotado, solamente era un persona que puede causar mucho daño.

El pequeño Banner de diez años no es como los demás niños, las circunstancias en las que vive lo hicieron madurar muy pronto, no se preocupa por la escuela, tener amigos o hacer la tarea. En realidad se preocupa por guardar la calma, proteger a la demás gente de él y que su padre no lastime a su madre.

Hasta ahora.

Podía escuchar los gritos, los golpes y los llantos, hasta que de pronto cesaron. Ya no se escuchaba grito, llanos o golpes. Entonces comprendió la verdad. Salió del cuarto. Estaba en lo correcto. Su madre ya no existía.

Entonces se le nublo la vista.

Cuando el chico Banner se convertía en el monstruo que él tanto temía era grande, intimidante y fuerte. Uno no pensaría que aquella figura delgada, casi anoréxica, con el cabello castaño rizado y desnuda en una esquina de la sala de estar destruida, fuera aquel monstruo.

Ahora estaba esperando a que el director de SHIELD llegara. Le había dicho que iba a pasar por él temprano. Estaba pensando en cómo iba a mantener en secreto su pequeño problema. Debía de permanecer tranquilo. Debía de permanecer relajado.

Pero seguía pensando que no se merecía eso.

Nadie quería estar con gente como él.

Con una bestia.

Pan, crimen y circo.

Las luces eran intensas, el olor de la comida rápida era delicioso, las risas de niños, jóvenes y adultos resonaban en los límites de la enorme carpa roja. El espectáculo llamativo de las tres pistas hacia que las personas sintieran emoción. Emoción al ver como los trapecistas se balanceaban de un lado al otro y el mago engañara a los ojos de todos los espectadores, emoción al ver al hombre bala salir disparado del gran cañón y el domador de leones metiera su mano en la boca de un felino. Todos los niños que se encontraban a dentro de la carpa sentían emoción. O eso se creía.

Sentado tras bambalinas, ahí estaba disfrutando de la tranquilidad y soledad. El sonar de las baquetas al chocar con los tambores era armonioso, el ritmo siempre lo llevo en las venas. La música era lo único que lo relajaba y alejaba de su mundo. Escuchar como el bombo y el platillo se complementaban uno con otro le causaba un sentimiento profundo de alegría.

"Cause I'm T.N.T. I'm dynamite, T.N.T and I'll win the fight, T.N.T I'm a power load, T.N.T. watch watch me explote... "

Cerró los ojos y escucho esa esplendorosa canción, TNT de AC/DC sonaba en la vieja radio que tenía, toda desgastada, y su madera de acacia antes bien pulida y resistente ahora se veía opaca y le faltaban algunos pedazos pero funciona, eso es lo bueno, Clint Barton era un niño muy sencillo, siempre vivió con poco y sabia respetar lo mucho que en ocasiones se le daba. Nunca rechazo la cosa más insignificante, pues pensaba que incluso él era algo parecido, un chico insignificante.

La música sonaba afuera de su estancia, la función había comenzado y así como había comenzado, su show debía continuar. Se levantó de la sencilla caja de madera donde estaba sentado, guardo sus desgastadas baquetas en su bolsillo trasero y camino hacia la vieja radio que reposaba en un igualmente viejo mueble.

"¡I'm dirty, mean and mighty unclean, I'm a wanted man, Public enemy number one...!"

Giro la pequeña perilla del volumen, pues muchas veces le habían advertido que si escuchaban su ruidosa música durante una función tendría el mismo destino que su hermano.

Su hermano.

Cuanta falta le hacía.

-¡Y ahora el asombroso, imponente...!- Sin duda él seguía, camino hasta su gastada mochila y saco lo necesario para cubrir su cuota diaria en el circo ­- ¡Capaz de atravesar una manzana a veinte metros de distancia!- Siempre pensó que exageraban mucho presentando su acto, pero después de todo era la sensación, el más joven, el niño del circo -¡El chico del arco y flecha!- El chico que no tiene nada, el chico que escapo de hogar para buscar una mejor vida, vaya la ironía, junto con la única persona que amaba, su hermano... El cual ya no estaba - ¡El único que tiene vista de halcón!... ¡Hawkeye!- Inclusive le daba asco ese nombre.

Bajo su máscara morada tapando toda su infantil cara por completo, preparándose para su tonto espectáculo rutinario. Salió por la enorme entrada a la pista, levantando los brazos en un acto hipócrita de orgullo, como acostumbraba hacer, como le habían enseñado a hacer.

-¡Hawkeye! ¡Hawkeye! ¡Hawkeye!-. Sonaban las voces en el lugar, él hizo la típica reverencia al empezar su actuación, como le habían enseñado a hacer,igual que un tonto mono entrenado montado en un monociclo.

Observo su objetivo... La misma manzana verde arriba de la cabeza de un emocionado voluntario situado justo en el otro extremo de la pista. Saco una de sus flechas y la coloco en su posición, respiro hondo y mantuvo el aire. Al instante recordó todo lo que había pasado para llegar a ese lugar. Para estar en ese infierno.

 

-¡Clint! ¡Vámonos ya! ¡Rápido, empaca todo!-. El pequeño Barton despertó de su sueño desconcertado, observó la cara que tenía frente a él, ahí estaba la persona que más admiraba en el mundo, llorando desconsoladamente.

-¿Qué pasa? Hermano... ¿Por qué lloras?

-Nada Clint, anda, rápido... Empaca todo-. Hizo una pausa y fue a cerrar la puerta con cerrojo -Ven hermanito... Te ayudo.

Una a una las pertenencias de ambos Barton estaban guardadas en dos mochilas, una de cada uno. El menor seguía confuso, no tenía conocimiento de lo que pasaba. Pero de algo estaba seguro, no era bueno. Su hermano abrió la gran ventana de su habitación y pasó por ella, Clint corrió hacia la ventana para ver si se encontraba bien, pues había escuchado un golpe sordo contra el suelo, por suerte su casa solo era de una planta.

-¿Estas bien?

-Sí, solo que me enganche el pie en la reja, ven, te ayudo a bajar.

Cuando los dos niños ya estaban afuera de la morada su hermano lo agarro de la muñeca y comenzaron a caminar muy rápido, el Clint de diez años solo lo seguía él, sabía que no estaban haciendo nada incorrecto ¿O sí?

Con un movimiento rápido se soltó de su agarre.

-¿Qué sucede? Debemos de irnos...

-¿Por qué?

-¿Por qué?... Clint... Escucha, eres todavía pequeño... No entenderías, confía en mi.

-¿Dónde está mamá?- Su hermano se vio preocupado, se limpió las lágrimas con la manga de su suéter, se agacho para estar a la altura del más pequeño.

-¿Recuerdas a la abuela?- El joven Barton asintió, presintiendo lo peor.

-Bien... Ella y Dave volvieron a discutir... Él la golpeo... Ella... Ella fue con la abuela al cielo...

En ese instante todo su mundo se vino abajo.

-No... No... ¡Dime que no es cierto! ¡DIME QUE NO ES CIERTO!- El chico notaba como las lágrimas bajaban y dejaban su rastro por su rostro.

-Perdón Clint, ya no hay nada que hacer... Vámonos.

-¿A dónde vamos a ir?

-Lejos de aquí... No te preocupes, solo nos tenemos uno al otro, yo te protegeré.

 

La misma manzana de siempre. Los mismos voluntarios con la adrenalina al tope. La misma rutina desde hace un año y medio. Claro que había cambiado. Ahora solo era él. Estaba solo.


Si no hubiera tenido la máscara puesta todo el mundo se hubiera preocupado, lo hubieran detenido. Se hubieran dado cuenta de que estaba desconcentrado. No hubiera pasado lo que paso. Disparó.

Los gritos no se hicieron esperar. No sabía lo que estaba pasando, se quitó la máscara y miro la tragedia. No tuvo tiempo de asimilar toda la escena, al instante sintió que lo tomaban del brazo y lo sacaban de la pista. La imagen se iba alejando, cruzó la pesada cortina de entrada y sintió el suelo en su costado. Las luces se apagaron, sentía de nuevo que lo sujetaban y lo arrojaban, cayó encima del muebla donde estaba apoyada la vieja radio.

" When the days are cold, and the cards all fold, and the saints we see, are all made of gold " La radio comenzaba a sonar por toda la habitación, al mismo tiempo que sentía como otra vez lo azotaban contra el suelo.

-¡¿SABES LO QUE ACABAS DE HACER MOCOSO?!

Recordaba que su hermano le dijo que tenía que ser fuerte, que nunca se dejara vencer. Pero estaba perdido, sin él no era nada, no era capaz de enfrentarse al mundo. El mundo siempre lo había rechazado " I wanna hide the truth, i wanna shelter you, but with the beast inside, ther's nowhere we can hide " No sabía qué hacer, deseo estar muerto justo igual que su madre, su padre y su hermano, deseo no existir. Pero se levantaría, sabia en su interior que él era más que un simple niño huérfano, sin nadie que lo apoye, sabía que era más que el chico del circo " ¡This is my kingdom come, this is my kingdom come! "Debía de ser más fuerte que los demonios que lo atormentaban.

"¡It's where my demons hide, it's where my demons hide!"

 

-Suddenly I'm not half the man I used to be. There's a shadow haging over me. Oh, yesterday came suddenly...

-Cierra la boca niño.

Susurraba Yesterday de The Beatles, hasta que lo interrumpieron, se quedó callado, pero no soportaba tanto silencio.

-¿Cuánto falta?

-¿Recuerdas el plan Barton?

-Me arrastro por la reja, llego al cuarto de control, desactivo todas las alarmas y ustedes entran a la joyería, fácil Trick Shot.

-¡Eso! ¡Te dije que el niño tendría talento para algo Ringmaster!- El presentador del circo gruño en el asiento del piloto. En tanto Bartom solo observaba el clima nocturno de la ciudad. Después de unos cinco minutos el auto se estaciono cerca de la tienda de joyas.

Clint se bajó del auto, echo sus manos en los bolsillos de su sudadera y camino hacia el callejón que daba a la puerta de empleados. Tomo dos canicas de la bolsa de su pantalón. Observo su objetivo. Esta vez era distinto; desde hace dos meses cada día su objetivo era distinto, a veces eran ventanas, otras veces era puertas, algunas veces fueron guardias de seguridad... En esta ocasión era una cámara de vigilancia ubicada en la parte superior de la puerta iluminada. Al lado de la puerta se encontraba la ventilación.

Arrojo la canica y escucho el vidrio romperse. Entonces corrió a la rejilla, la quito de la entrada al conducto y se metió dentro. Una vez ahí avanzo gateando hasta que llego al cuarto de vigilancia. Abrió la rejilla y entro en el espacio.

¿Cómo has llegado hasta aquí Clint? Ya sé, eres un tonto. He hecho mucho daño. Debo hacer algo para remediarlo, ¿Irme y ya no volver? No, no repararía nada, eso no los detendrá a seguir robando tiendas y asaltando gente... ¿Los enfrento? Claro, como si ellos no fueran una especie de supervillanos... No puedo convencerlos, todos sus monos voladores tienen esa cosa en la frente... Si fracaso en detenerlos me la pondrán a mí y terminare siendo otro mono volador.

No lo pensó mucho, sabía que era lo correcto, tomó el teléfono que se encontraba en el escritorio y se dispuso a marcar.

-Departamento de policía ¿En qué podemos servirle?

-Hola, este... Yo quisiera reportar un robo.

-¿Podría decirnos la ubicación?

-Es la joyería del centro Brooklyn, Mahonlyn Gold.

-¿Identifica a los criminales?

-Sí, soy yo- El silencio reino tras el otro lado de la línea.

-¿Como te llamas?

-Clint Barton.

-¿Cuántos años tienes hijo?

-Tengo doce años- Contesto Barton -Pero no estoy solo, me están usando para ingresar a la joyería por los conductos de ventilación, por favor, manden a alguien... Pero deben de ser fuertes, estos tipos tienen poderes especiales.

-Enseguida atenderemos su caso­.

Barton espero durante minutos. Cinco minutos habían pasado tras la llamada pero nadie llegaba. Pensó que no habían tomado en serio su llamada. Miro la alarma. Se acercó a ella.

La alarma estalló.

Los oficiales no tardaron en llegar. Miro a través de la ventana, pero en realidad no eran las patrullas comunes que siempre había visto cada vez que se adentraban a asaltar un banco. Eran diferentes. Los ostentosos autos negros cubrían la calle. Entonces vio como sacaban a los adultos del auto, entonces pensó que eran agentes de una organización secreta o algo por el estilo. Con miedo salió por la puerta principal de la tienda, lo que provocó que los agentes se sobresaltaran y apuntaran.

-¡¿Ven?! ¡Allí esta! ¡Agarren a ese niño!

Un agente, debe de ser el jefe salió de la única camioneta negra del lugar, era de tez negra y tenía un parche en el ojo. Daba un aspecto de líder y un semblante serio.

-Lo siento amigo, pero esta vez el show se canceló- El hombre se acercó al pequeño Clint Barton. El niño estaba nervioso, no quería ir a un tutelar... O a un orfanato, pero seguro que ahí lo iban a llevar, después de todo era menor de edad y no tenía familia, ni hogar.

-¿Clint Barton?

-Si señor... Soy yo.

-Sígueme hijo- El hombre volvió a la camioneta. Clint lo siguió, después de todo ahora no tenía a donde ir, no planeaba regresar al circo, eso había quedado ya en el pasado.

Se subió a la camioneta negra. Por dentro era igual de elegante, pero lo que más le llamaba la atención es que había muchos artefactos tecnológicos. El hombre iba en el asiento del copiloto, y por respeto, o más bien dicho miedo, se sentó en los asientos traseros, dejando a los asientos del medio completamente vacíos.

-Dime Barton ¿Tu encendiste la alarma y llamaste a la policía local?

-Si.

-¿Por qué?

-La verdad, es que fue sencillo... No quería seguir viviendo igual, además me estaban usando solamente para su beneficio. También le prometí a mi hermano que nunca haría el mal...

-¿Tu hermano? ¿Dónde está él ahora?

-Bueno... Él está, muerto... No tengo familia.

-¿El circo no era tu familia?

-Una familia se cuida, unos con otros se protegen, en el circo tienes que protegerte tu solo... Solo podía confiar en alguien ahí, ese era mi hermano.

El director esbozó una sonrisa al escuchar la respuesta sincera del pequeño arquero.

-Dime Clint, ¿Qué acto hacías en el circo?

-Primero acrobacia con mi hermano, después arco y flecha... ¡Esperen!...- Clint buscaba por todos lados pero no veía a su más preciado objeto -¡Deje mi arco en la joyería!

-No te preocupes Barton... Tengo una oferta para ti.

-¿Oferta?

-Si hijo, la oferta es que si quieres estudiar en una escuela de niños dotados.

-¿Si no voy qué pasaría?

-Te levaría directo a un orfanato.

No tuvo que pensarlo dos veces.

-Acepto... Pero solo dos cosas... Necesito un nuevo arco y tengo hambre, quisiera una hamburguesa...

-Tenlo por seguro.



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