1. Spirit Fanfics >
  2. Membros >
  3. Cuspide >
  4. Histórias

Cuspide - Histórias

4 histórias

"No duermas en la habitación de la torre"

escrita por Cuspide
Fanfic / Fanfiction "No duermas en la habitación de la torre"
Em andamento
Capítulos 1
Palavras 0
Atualizada
Idioma Espanhol
Categorias Histórias Originais
Gêneros Terror e Horror
Tenía provisiones en la mochila, era joven, no me daba miedo pasar una noche bajo las estrellas. Ya inhalaba el aire delicioso del verano y, una vez más, volvería a tener el vigor y la felicidad que había perdido.
Así, las horas se deslizaron ante mí una tras otra. Había caminado cerca de quince millas desde la mañana, cuendo frente a mí, a la distancia, vi una solitaria casa de piedra con techo de pizarra. Voy a acampar allí si es posible, me dije y aceleré el paso para llegar a ella.
Para alguien que busca una vida libre, tranquila, nada podía haber sido más adecuado que este chalet. Se encontraba en el borde de altos acantilados, su puerta de entrada daba al páramo y la pared del patio trasero tenía vista al mar. Al acercarme, el batir de las olas pareció una canción de cuna en mis oídos, ¡cómo atronarian cuando los vientos del otoño se encendieran y las aves huyeran gritando hacia el refugio de juncos!
En el frente, crecía un pequeño jardín rodeado por un muro de piedras lo bastante alto como para que uno pueda apoyarse perezosamente en caso de desearlo. Este jardín era una llamarada de color, con predominio del rojo, con otros tonos suaves como el que tienen las amapolas cultivadas en plena floración.

Mientras me acercaba, tomando nota de esta variedad singular de amapolas y de la limpieza ordenada de las ventanas, la puerta principal se abrió y apareció una mujer que me impresionó favorablemente cuando caminó con calma hacia la verja y la retiró como so fuera a darme la bienvenida. Era de mediana edad y, de joven debe de haber sido muy hermosa.
Era alta y todavía, bien formada, con la piel suave, clara, facciones regulares y una expresión serena que me dió una sensación de paz.
Al preguntarle, contestó que podía darme un dormitorio como un cuarto de estar, y me invitó a verlos. Mientras miraba su delicado pelo negro y ojos marrones serenos, sentí que no iba a ser muy exigente con el alojamiento. Con una casera así, estaba seguro de encontrar allí lo que buscaba.
Las habitaciones superaron mis expectativas, delicadas cortinas blancas, y ropa de cama con perfume de lavanda, una sala de estar familiar, acogedora y sin gente. Con un suspiro de alivio infinito tiré al suelo la mochila y di por cerrado el trato.
Ella era viuda, tenía una hija, a quien no vi el primer día, porque no estaba del todo bien y se había quedado en su habitación. Pero al día siguiente mejoró un poco y nos conocimos.
La tarifa era accesible. Eso también me convino en ese momento y, después de un té con leche delicioso, bollos caseros con manteca, huevos frescos y tocino, me fui temprano a la cama en un estado de perfecta satisfacción con mi cuarto.
Sin embrago, feliz y cansado como estaba, de ninguna manera tuve una noche cómoda. Atribuí esto a mi extraña cama. Dormí, sin duda, pero mi descanso estuvo lleno de sueños perturbadores así que me desperté tarde y lleno de inquietud. No obstante, una larga caminata por el páramo me devolvió el bienestar y volví para desayunar con buen apetito.
Ciertas condiciones de la mente, con circunstancias agravantes, se requieren antes de que un hombre joven caiga preso del amor a primera vista, tal como Shakespeare lo demostró en su Romeo y Julieta. En la ciudad, nunca me había sucedido antes, sin embargo, no hice más que entrar en la casa después de ese paseo por la mañana, que me enamoré al instante de los extraños encantos de Ariadna Brunnell, la hija de mi casera.
Se sentía algo mejor esa mañana y podía reunirse conmigo a desayunar porque teníamos que comer juntos mientras yo fuera su huésped. Ariadna no se veía bella en el sentido estrictamente clásico. Su expresión era bastante agradable a primera vista, pero tenía facciones irregulares, el pelo y los ojos, demasiado negros, y los labios, muy rojos. Además, su piel lucía extrañamente pálida. Atenuó esos defectos el hecho de que su madre me informara que había estado enferma desde hacía algún tiempo.
  • 1
  • 0

Viento Frío

escrita por Cuspide
Fanfic / Fanfiction Viento Frío
Concluído
Capítulos 1
Palavras 0
Atualizada
Idioma Espanhol
Categorias Histórias Originais
Gêneros Terror e Horror
Los minutos terminaban siendo infinitos, en el oscuro cuarto de antaño, como jarrones viejos sin limpiar. La voz del cuidador sonaba como el silbido de la plaza desierta, allí en el antiguo edificio de aquel pueblo, la blanca silueta de una mujer se paseaba por los pasillos sombríos y misteriosos. El cuidador allí arrodillado incapaz de levantar ningún dedo, con el miedo pesando sobre sus espaldas, el suspiro frio como ráfaga de otoño, tomaba por sorpresa el perturbado juicio de aquel cuidador.
Con ganas de estar allá afuera muy lejos de aquel cuarto nefasto.
– Oh Dios, ayúdame a salir de tan Tortuosa situación, que nada hice para merecerla.

Un resonante golpe dio alarma a la condición de súplica del cuidador, que dio vuelta la lámpara de golpe, un crujido de madera se oyó en aquel desértico cuarto, una sombra blanca cruzó el pasillo ¿quién vive? preguntó con voz ferviente, ¡vamos responda! Quien camina a estas horas de la noche.

La mirada temerosa del cuidador reflejaba el susto, y de aquel momento no dijo palabra alguna y volvió de rodillas implorando A Dios piedad.

– Mis ojos ya no pueden más, mis pies han dejado de sentir el húmedo suelo, mis labios están muertos en conjunto con los músculos de mi cara, ya no resisto ningún segundo más.

En un sobresalto tomando una silla, y con actitud desafiante dice: por alguna razón que estuviesen aquí, cualquiera fuese la razón, que no puedan cruzar el portal hacia el otro mundo, y si tienen un asunto pendiente ¿Qué puedo hacer yo por ustedes? Si quieren me ofrezco a cumplir sus últimos deseos que no pudieron realizar en vida. Después de haber dicho estas palabras, el cuidador caminó por el pasillo rigurosamente, cuando de pronto un jarrón que estaba encima de un mueble dio vueltas por el suelo como si lo hubiera tirado alguien.

El corazón del joven cuidador palpitaba aceleradamente y su garganta apenas podía tragar saliva, un viento frio rozó el cuerpo del cuidador, y de aquel momento al mirar hacia atrás, aquella manifestaciones fantasmales, se convertían en otra cosa, la blanca imagen de una niña, su vestiduras blancas, su cabellera castaña oscura, su delicada piel blanca, y con una triste mirada de sufrimiento, aquella figura en vez de ser espantosa y sobre natural se observaba dulce y tierna , el cuidador sorprendido, de tanta impresión tropezó y cayó de espaldas, ¿Quién eres tú? Preguntó, el supuesto fantasma de la niña, no dijo nada, solo sonrió y se fue desapareciendo entre la pared.

El cuidador, un joven de veinte años que en su vida nunca había vivido algo parecido, tomó la lámpara y se sentó en el sillón. El viento frio de aquella noche se sentía cada vez más intenso, cerró los ojos para meditar, pero sintió nuevamente unos pasos en el piso viejo y húmedo, una presencia congeló el semblante del cuidador, aquel sintió unos brazos fríos que lo abrasaban, y la imagen de la niña se aclaraba con la luz de la luna que se asomaba por la ventana, como resplandor del sol que baja entre las nubes. El cuidador miraba a la niña con asombro, inmóvil a sentir los helados labios, rosando sus mejillas, como dando gracias, y desapareció como neblina que se evapora, con una voz tranquila dijo: que Descanses en paz.

Y de esa noche el cuidador nunca más vivió aquellas terribles experiencias y la niña no volvió a caminar por los pasillos. Tres meses después el edificio se incendió por la madrugada de un día jueves.
  • 1
  • 1

La Reunión

escrita por Cuspide
Fanfic / Fanfiction La Reunión
Concluído
Capítulos 1
Palavras 0
Atualizada
Idioma Espanhol
Categorias Histórias Originais
Gêneros Terror e Horror
Me encontraba sentado en el banco de la plaza, observando ese viejo hospital abandonado. La noche era oscura, tanto que la luna no se atrevió a acompañarme a recorrer el barrio luego del presentimiento que tuve al despertarme aquella misma tarde.

En ese lugar había algo que me atraía, y al mismo tiempo me aterrorizaba. Me dejaba helado de tan solo de pensar en ello. Todos mis amigos me decían que era una locura, que me traería solo problemas, a lo sumo daría con uno que otro vagabundo escapando del frío de las duras noches de aquel invierno. Pero… ¿Qué se escondía allí? ¿Que eran aquellos ruidos que no me dejaban dormir por las noches?

Eran las tres de la mañana de un día martes. Lo único que me permitía observar el edificio era una luz tenue que se encontraba al otro lado de la plaza, y provenía de uno de los viejos postes de luz que todavía funcionaban allí.

Tuve el presentimiento de que algo malo ocurriría esa noche, pero me arme de valor, decidí cruzar la calle y entrar allí, solo para darme con la desagradable sorpresa que me aguardaba. Recuerdo que uno de los tantos perros que acostumbraban dormir afuera del viejo hospital se incorporo de manera violenta y empezó a ladrar furioso desde la puerta del edificio, lo que me puso los nervios de punta, y a pesar de que me intimidaba bastante, decidí hacer caso omiso al comportamiento del animal y por fin me dirigí a la planta baja de aquel viejo hospital.

El lugar se encontraba sumamente deteriorado, a simple vista podía percatarme de que me encontraba en una especie de recepción. El lugar era un desastre, prácticamente se caía a pedazos, y un olor nauseabundo me revolvía el estomago, olía como si se tratara de algún animal en descomposición. De repente escuche un grito desgarrador el cual resonó en toda la sala. Habría corrido de inmediato a no ser que mi cuerpo se encontraba inmóvil. Mire hacia la salida y pude notar de inmediato que esta vez la luna brillaba de manera radiante, solo para permitirme ver la silueta de un hombre alto, como de unos dos metros,que se desplazaba lentamente de un extremo a otro de mi única salida, sin usar las piernas, a decir verdad, no podía distinguir si las tenia.
Justo en ese momento, escuche un segundo grito, esta vez detrás de mí, por lo cual decidí bajar por unas rampas de discapacitados que se dirigían hasta el subsuelo del edificio.

Mientras me acercaba al subsuelo podía distinguir una luz hacerse brillante y luego desvanecerse continuamente, era como si las llamas de un fuego bailaran de una manera espeluznante, quería detenerme, pero sabia que eso que me seguía estaba cada vez mas cerca de atraparme.

Al llegar vi a un grupo de personas con túnicas largas, sus capuchas eran de una forma puntiaguda y larga, todas vestidas de negro. Con solo recordarlo mi cuerpo se estremece tal y como lo había hecho en su momento,sentí como todos los vellos de mi cuerpo se erizaron de los pies a la cabeza.

Permanecí inmóvil, por un largo rato ellos no se percataron de mi presencia. Uno de ellos se encontraba en una especie de altar, y al lado de el, sobre una mesa una criatura deforme y del tamaño de un recién nacido, se retorcía de una manera errática y al mismo tiempo repulsiva, mientras gemía de una forma desagradable. Al parecer los gritos que había escuchado anteriormente provenían de este extraño ser. Los encapuchados realizaban un cántico estremecedor, verdaderamente perturbador, una melodía deprimente en un idioma que me pareció ser latín.

De repente sentí como algo me tomo muy fuerte del cabello y me tapo la boca desde atrás. Todos en la sala voltearon a verme, y entre sus rostros oscuros pude distinguir solo dos. Se trataba de una vecina que vivía al otro lado de la plaza, y a su lado estaba su hija de 16 años de edad, ambas me miraban desencajadas.
Aun no se como logre zafarme de esa sujeción, pero de inmediato empece a subir por la rampa, no recuerdo alguna ocasión en la que halla corrido mas veloz que esa. Sentí que alguien corría a centímetros de mi y al encontrarme muy cerca de la salida pude escuchar una risa escalofriante, una carcajada siniestra, como si se tratara de una verdadera bruja, seguido de un fuerte golpe en mi espalda que por poco me hace perder el equilibrio.

Al llegar al otro lado de la calle volteé a ver el edificio y esa misma silueta se encontraba parada ahí… afuera de la entrada. Luego vi como se desplazo hacia adentro, hasta desvanecerse de manera total en la oscuridad de aquella planta baja del hospital.

Corrí lo mas rápido que pude ​hasta mi casa, donde desgraciadamente jamas me volví a sentir a salvo. Menos aun sabiendo que solo doscientos metros era todo lo que me resguardaba de aquel viejo hospital.
Nunca pensé en ver algo como eso en mi vida, quizá perdí la razón, no estoy seguro de que haya sido real, no volví a ver a mis vecinas a los ojos, y hasta el día de hoy suelo despertarme todos los martes… a las 3 a.m. y aun en la intimidad de mi casa, aveces siento que me observan.

  • 1
  • 0

No duermas en la habitación de la torre.

escrita por Cuspide
Fanfic / Fanfiction No duermas en la habitación de la torre.
Em andamento
Capítulos 1
Palavras 1
Atualizada
Idioma Espanhol
Categorias Histórias Originais
Gêneros Terror e Horror
Capítulo: "La Doncella" (Parte: 1)

Era exactamente el tipo de residencia que yo había estado buscando durante semanas, porque estaba en ese estado mental en el que renunciar por completo a la sociedad era una necesidad. Me había convertido en un inseguro y estaba cansado de mi suerte. Sentía un extraño malestar en mi sangre y el cerebro vacío. Los objetos y las caras familiares se habían vuelto desagradables para mi. Quería estar solo.
Este es el ánimo que tiene toda mente sensible y artística cuando el poseedor la ha sobrecargado con exceso de trabajo o vivió mucho tiempo en la rutina. Ese estado es una señal de la naturaleza para q salga en busca de nuevos lugares; la señal de que un retiro se ha convertido en necesario.
Si no descansa, la mente se descompone, se vuelve caprichosa, hipocondríaca e hipercrítica.
Siempre es una mala señal cuando un hombre se convierte en demasiado crítico y censura su propio trabajo o el de otras personas, porque significa que está perdiendo las partes vitales de la tarea, que son la frescura y el entusiasmo.

Antes de llegar a esa etapa funesta armé mi mochila a toda prisa, tomé el tren a Westmorland y comencé mi vagabundeo en busca de soledad, de aire fresco y de un escenario romántico.
En el comienzo de aquel verano errante, encontré muchos lugares que parecían tener las condiciones requeridas, sin embargo, algunos pequeños inconvenientes me impidieron decidirme. A veces era el paisaje que no me caía bien. En otros sitios, sentía una antipatía repentina por la casera o el dueño del lugar y, una semana antes de alquilar una vivienda me parecía que los aborrecía. En otros sitios que podrian haberme satisfecho, no querían tener un inquilino. El destino me condujo a esta casa sobre la colina, y nadie puede resistirse a su destino.
Un día me encontré un gran páramo sin caminos, cerca del mar. Había dormido en una pequeña aldea la noche anterior, pero estaba a ocho millas de distancia y desde que había dado la espalda a esa aldea, no había visto ningún rastro humano. Estaba solo con el cielo en mi cabeza, un viento suave soplaba sobre las piedras y los brezales, y nada pertusbaba mis meditaciones.
No podía imaginar hasta donde se extendía esa soledad, solo sabía que si caminaba en línea recta llegaría a los acantilados del océano, y, tal vez, después de un tiempo, a un pueblo de pescadores.

Continuará...
  • 1
  • 0